viernes, 26 de junio de 2009

Cenando con un amigo



Anoche estuve de cenita, con un amigo, me invitó a un restaurante de los caros, de esos finoles donde la gente habla muy bajito y que como uno se ría en alto todos te miran, y mientras comes te van sirviendo la bebida los camareros, que les tengo que terminar diciendo, tranqui, ya lo sirvo yo —risas—. Antes ya me había dicho, eh, Mila, no vayas con vaqueros. Y claro, por llevar la contraria, me puse vaqueros. No penséis mal, que bien elegante que iba, más que nada porque no me puse las playeras —risas—. Pero claro, mi amigo gruñó, él iba de traje. Le dije, pero hombre, es que vas muy puesto, y él, y tú eres mala por llevar la contraria. Y por llevarle la contraría, tuve más éxito que él, porque al pobre, no le miró nadie. Luego vino la “discusión” por el vino que íbamos a tomar, qué él Rioja y yo que Ribera, imaginar quien ganó!! Salimos de la cena y que está lloviendo a mares, pues bien, mi amigo, cuidado con el coche —uno caro que cuesta un pastón— y le digo, si quieres me pillo un taxi, y él que dice que soy muy sarcástica —risas—. Luego dice que vamos a llegar tarde a la estación de tren, y yo que no, que llegamos pronto, y así fue, nos tocó esperar hora y media, en el tren venía su novia. A los dos los quiero un montón, cuando me dan un abrazo, son de esos que traspasan el alma, y es entonces, cuando uno se da cuenta de quien te quiere de verdad.